Érase una vez un hombre «noble» (¿?), dueño de un negocio llamado Reporte Confidencial, cuya oficina fue allanada un martes 29 de abril del 2014 por el servicio castrocomunista de inteligencia Sebin, por presuntamente organizar, financiar y colaborar con las guarimbas «heróicas(¿?)», de los «estudiantes(¿?)» «pacíficos(¿?)», que buscan liberar a la República (no Bolivariana) de Venezuela de la dictadura chavista que ha obligado a salir de la pobreza a más de la mitad del país, ha coaccionado a los niños venezolanos a utilizar más de 2 millones de canaimitas gratuitas y ha llenado los barrios pobres de espías cubanos que a veces curan enfermedades.
Este pobre hombre nació bajo el nombre de Braulio Jatar, en algún momento de la línea de tiempo del hermoso Siglo XX, donde los negros, indios y pobres tenían su merecida escala en la cadena alimenticia social y los comunistas llovían desde los helicópteros de la respetable Fuerza Armada.
Lo que se sabe es que Braulio creció én el estado Falcón bajo la crianza ejemplar de su padre, que casualmente también se llamaba Braulio y era dirigente del partido político más «honesto»(¿?) conocido hasta ahora: Acción Democrática.
Como buen pupilo del ilustre caudillo Rómulo Betancourt, el viejo Braulio era un paladín extremo de la verdadera democracia -la representativa-. Es por eso que luchó incansablemente en contra del lumpen castro-comunista que tuvo la osadía de decir vainas como que “todos somos iguales”, que “tenemos los mismos derechos” y todas esas tonterías de la lucha de clases que escribió un viejo chivúo en el arcaico Siglo XIX y otro que chivúo por allá en el año 33 de nuestra Era, practicaba.
Después que el viejo Braulio aprendiera y aplicara todas las enseñanzas legadas por Betancourt y el plan Cóndor, nos dejó una reseña de su admirable trabajo en su libro Inhabilitación de la extrema izquierda y guerrillas corianas, una herencia que Braulito -hijo- aplicó y practicó en su vida.
Extorsión y exilio gloriosos
Bajo esa influencia heróica, Braulio -hijo- creció y se formó como un buen abogado adeco, de aquellos cuya inteligencia se basa en conocer todos los intringulis del aparato legal del Estado y reconocer, sobre todo, a quién puede pear el mapurite. Por eso, se hizo asesor legal del diputado copeyano Douglas Dáger, presidente de la comisión de contraloría del Congreso Nacional en 1991.
En ese mismo año, el diputado Dáger en un acto no tan heróico -acuérdense, no era adeco-, le abrió un procedimiento administrativo -y hasta ese entonces, confidencial- al empresario de la construcción Camilo Lamaletto, por causar presuntamente daños al ecosistema por construir una carretera. Esto hizo que el empresario se refugiara en su humilde santuario de Miami.
Es por eso que Braulio se ofreció a mediar entre ambas partes -porque hay que evitar los malos entendidos entre amigos-, y se va para Miami para ofrecerle una solución a Lamaletto. Pero como los favores no son gratis y cuentas claras conservan amistades, Braulio le pidió a Camilo 250 mil dólares, para sacarlo de su dolor. Claro, qué más se podía esperar de un abogado tan brillante.
Esto no le gustó a Lamaletto, quien había grabado el encuentro y lo publicó en la prensa venezolana. Todos sus panas, desde Poleo, hasta el hijo bobolongo -dicho por Teodoro- de Miguel Otero Silva, le hicieron la segunda de posicionar la noticia en los medios por más de dos semanas; lo que hizo que armara un autentico “follón” en el Congreso, donde se midieron pugilísticamente adecos con copeyanos, adecos contra adecos, copeyanos contra copeyanos.
En medio de ese mar revuelto, Braulio se tuvo que ir a Miami, en caracter de “perseguido político”, al pobre lo estaban acusando de extorsión y de todo esos argumentos leguleyos que se le inventan a un pobre hombre que sólo estaba pidiendo 250 mil dólares por ayudar a un pana.
El indulto del Presidencial
El terrible exilio en la tierra del sueño americano duró siete largos años, hasta que en el año 1998, en el último suspiro de la IV República, su amigo Hilarión Cardoso, ministro del Interior, el 28 de diciembre -día de los Santos Inocentes-, presentó su caso ante el Presidente Caldera, argumentando una medida humanitaria: había que indultar a Braulito, porque el viejo Braulio estaba enfermo.
Ante el reclamo de algunos indecentes, que pedían liberar a otras personas que se presumían inocentes y que padecían de enfermedades términales en los penales como los de La Planta, Tocuyito y Sabaneta; Hilarión -el ministro- picó adelante, declarando que era una «medida justa» y que estaba sujeta al criterio del Presidente. Un criterio acertado, por supuesto, pues quién manda a esos pata en el suelo ser tan miserables como para robar una panarería y enfermarse de cáncer. Para optar por el indulto tenían que ser abogados dignos, merecedores de honorarios que rondan los 250 mil verdes, para poder ser liberados.
Imagínense que la Juez 44 en lo Penal, Migdalia Beltrán, objetó la medida por “hacerse el indulto en medio de un proceso en curso”. Seguro que esta Juez -porque todavía no existía esa semántica tierrúa de nombrar en género femenino- desconocía los principios que un buen abogado de la cuarta debía tener y posiblemente formaba parte de esa gentusa que cree que porque la chusma pasa por una universidad, deja de ser chusma.
Es así entonces como Braulio logró sortear todos los avatares de la vida y está ahora entre nosotros, luchando por la libertad de expresión al lado de otro gran ejemplar de la democracia venezolana como lo es Alberto Federico Ravell y de su hijo -También llamado Braulio-. Ellos juntos, a través de la hermandad de sus negocios (La Patilla y Reporte Cnfidencial) llevan un desinteresado proyecto comunicacional que consite sembrar el amor fatídico en la clase media conciente, para impulsar el exterminio del lumpen castro-comunista que pretende igualarse.
La Comuna 2.0
Ah, pero, que negra mas mordas, como se te ocurre a ti, muchacha frasquitera echarle esa lavativa a Braulito, ciudate muchchca, ni sigaj ajuntandote con esos otros muerganos de ese programita que nombra Zurda conducta. Ya me enredaste con ese palabrerio tuyo, mirá, ahora que me acuerdo, esos no son los mismos que tenían una bomba de gasolina, allá en punto Fijo, en la calle Ecuador entre Libertad y Arismendi, cerquita de Radio Punto Fijo, yo creo vos tenes razón, Lo que mereces es un Aplauso, por decirle a esta cuerda de pendejos, que creen que uno sabe historia. Mi respeto estimada Camarada, no he tenido el Honor de conocerla, pero, si de verla y escucharla. Hasta la Victoria Siempre. Dolidos, pero, Nunca Vencidos
ResponderEliminarMIS SALUDOS APRECIADA CAMARADA, HAY QUE SEGUIR DESENMASCARANDO A ESOS MERCENARIOS DE LA COMUNICACIÓN, PARA EL BIENESTAR DE NUESTRA PATRIA.
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