martes, 8 de noviembre de 2016

Algo escrito en 2002 por Carlos Sicilia, parece que 14 años después, está más vigente que nunca (tomado de la web).

En el año 2002 invitaron a Carlos Sicilia a unirse a un apagón de luces a nivel nacional en contra del gobierno de Chávez, ésta fue su respuesta:


Opinión de Carlos Sicilia:

Lo siento mucho, pero...
No voy a apagar nada.

Lamentablemente creo que, más que apagar luces, debemos encendernos nosotros. La creencia general anterior era que CAP no servía. La creencia general actual es que Chávez no sirve. Y, cuando pase el tiempo, la creencia general será que el que venga después de Chávez tampoco estará sirviendo para nada.

Por eso estoy empezando a sospechar que el problema no está en lo alcohólico que haya sido Lusinchi o en lo balurdo que sea Chávez.

El problema está en nosotros. Nosotros como pueblo. Nosotros como materia prima de un país. Porque pertenezco a un país donde la viveza es la moneda que siempre es valorada más que el dolar. Un país donde hacerse rico de la noche a la mañana pegando un Kino es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo. Un país donde una persona tranca la salida del garage de una casa, y si uno toca mucha corneta para llamar la atencion del abusador y hacer que aparezca a retirar su vehiculo, entonces esa persona llega y se molesta y le reclama a uno la presión y el corneteo, como si el infractor fuese uno y no ella. Un país donde un par de señoras pueden recorrer todo un supermercado, y, mientras compran, hablan pestes de la moral del gobierno y del incumplimiento de las leyes, y de lo terrible de tales o cuales medidas, pero después, a pesar de que su carrito tiene 27 artículos, se hacen las pendejas y se    meten disimuladamente en la cola que es "para un máximo de 10 artículos" y si uno osa reclamarles o quejarse ante el gerente, uno queda ante ellas y ante los demás como un pajúo y un soplón, solo por intentar hacer cumplir una norma tan sencilla.

Pertenezco a un país donde, lamentablemente, los periódicos jamás podrán venderse como se venden en EEUU, es decir, poniendo unas cajitas en las aceras donde uno paga por un solo periódico Y SACA UN SOLO PERIÓDICO DEJANDO LOS DEMÁS DONDE ESTAN. Porque si aquí los vendieran así, El Nacional y El Universal quebrarían en solo 3 meses. Pertenezco al país donde las empresas privadas son librerías particulares de sus empleados deshonestos, que se llevan para su casa, como si tal cosa, resmas de papel, bolígrafos, carpetas, marcadores, y todo lo que pueda hacer falta para la tarea de sus hijos. Pertenezco a un país donde el turismo no progresa, no porque no tengamos bellezas naturales que mostrar sino porque nos cuesta conseguir venezolanos para quienes la hermosa profesión de servir y atender visitantes no sea considerada una vejación y una humillación. Pertenezco a un país donde la gente se siente triunfal si consigue a buen precio la tarjeta chimba de DirecTV, donde la gente inventa como García Marquez a la hora de llenar sus planillas del Seniat para no pagar impuestos, donde a Carlos Andres y a Lusinchi ningun medio les reclama el que estén viviendo fuera del país disfrutando de lo que robaron, o donde hay que calarse a Chávez hablando de una revolución que es solo para engordar el bolsillo de los militares que, de otro modo, se animarían a tumbarlo. Pertenezco a un país donde hay que dejar pasar al "vivo" que, en una cola más o menos ordenada, adelantó por el hombrillo a quince o veinte carros que, por pendejos, no se metieron por el hombrillo antes que él.

Donde las licencias de conducir y los certificados médicos pueden cuadrarse por teléfono, sin hacerse exámenes ni nada. Un país donde, desde hace 40 años, un vehículo sufre más daños y sale peor parado después de que es recuperado por la policía que cuando lo roban los ladrones. Un país donde cualquier persona puede hacer una fiesta y poner música a volumen pornográfico toda la noche, sin que haya nadie que proteste ni autoridad alguna que les haga apagar esa música ni siquiera a las cinco de la mañana. Pertenezco a un país donde colearse es una institución. Donde todos vuelan a robarse llamadas en un teléfono público cuando se corre la voz de que se ha quedado "directo". Un país de gente que está llena de faltas, pero que disfruta criticando a sus gobernantes, sean adecos o sea Chávez, porque criticar a los adecos o criticar a Chávez crea una ilusión psicológica que aparentemente eleva la estatura moral y espiritual de quien critica.

Mientras más le digo rata a CAP mejor soy yo como persona, a pesar de que apenas ayer me consiguieron todas las preguntas del examen de matemáticas de mañana. Mientras más le digo desgraciado a Chávez mejor soy yo como venezolano, a pesar de que apenas esta mañana me quedé con el vuelto de 10 mil bolívares que me dio la señora del abasto a pesar de que yo le pagué con uno de cinco mil.

No. No. No.

Ya basta. Solo cuando Renny hizo aquellas cuñas de tránsito con las vacas fue cuando más o menos la gente respetó un poco. Pero solo ahí. De resto, las intersecciones de Caracas y del interior en horas pico son un verdadero infierno y se convierten en un infierno porque nos empeñamos en meternos, aunque quedemos atravesados, sabiendo perfectamente que el semáforo va a cambiar y que no va a darnos tiempo de pasar y de no quedar atravesados.

Ya basta. Como materia prima de un país, tenemos muchas cosas buenas. Pero todavía dejamos mucho qué desear. Esos defectos, esa "viveza" congénita, esa deshonestidad a pequeña escala que después crece y evoluciona hasta convertirse en Recadi o en Cruz Weffer, esa calidad humana que en realidad es falta y carencia de toda verdadera calidad humana, eso, más que CAP o que Chávez, es lo que nos tiene real y francamente jodidos.

No voy a apagar las luces, lo siento. Porque, aunque Chávez caiga hoy mismo, el próximo presidente que lo suceda tendrá que seguir trabajando con la misma materia prima defectuosa que, como pueblo, somos nosotros mismos. Y nada podrá hacer, igual que nada hicieron los adecos, igual que nada está haciendo Chávez.

No, gracias. No apago nada. No tengo ninguna garantía de que el gritón de Peña o el sifrino de Borges puedan hacerlo mejor. Y mientras nadie señale un camino destinado a erradicar primero los vicios que tenemos como pueblo, nadie servirá. Ni sirvió CAP, ni sirve Chávez, ni servirá el que venga.

Aquí hace falta otra cosa más que cacerolazos, apagones o cohetones. Y mientras esa "otra cosa" no empiece a surgir desde abajo hacia arriba, o desde arriba hacia abajo, o del centro pa' los lados, o como quieran, seguiremos igualmente condenados, igualmente estancados.

Es muy sabroso ser venezolano, y vivir a "a la venezolana". Pero cuando esa venezolanidad autóctona empieza a hacerle daño a nuestras posibilidades de desarrollo como Nación, ahí la cosa cambia...
Lo siento. Pero no apago nada. Más bien prefiero encenderle una velita a los santos, a ver si, en vez de seguir esperando un Mesías, bien sea un Mesías balurdo bolivariano o un Mesías sifrino de La Lagunita, comenzamos cada uno de nosotros a ser guiados por algo o por alguien que termine convirtiéndonos a cada uno en nuestro propio Mesías, para nosotros y para los otros.
Suerte con su apagón. Pero creo que, de todos modos, como país de verdad-verdad, igual hemos estado a oscuras los últimos 20 o 30 años.

Ojalá y que cambiemos todos, porque si no, cambiar de Presidentes nada cambiará. Porque cambiar de Presidentes, sin que cambiemos nosotros, es lograr que nada cambie jamás.
Suerte para todos.

Carlos Sicilia

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